miércoles, 13 de julio de 2011

Serás Mío - 3ra Parte (Lo Merecido)

No me fui porque sentía la urgente necesidad de hablar con alguien. Alguien que me prestara atención y se mantuviera a cierta distancia de mí. Alguien que asintiera a lo que yo decía con una sonrisa enorme demostrándome atención, quería quedarme con ese que me había salvado la vida. Al parecer él era todo lo que yo siempre anhelaba ser: un profesional con apartamento propio, tenía un auto lujoso y vestía muy bien. Hasta su olor era embriagante, seguramente tendría que ser el mejor “bagger” del país para obtener buenas propinas y poder comprarme un perfume así. Pero lo que más me cautivaba era su sonrisa, esa sonrisa llena de seguridad a la que nadie se resistía. Era su arma más letal y la sabía utilizar muy bien.

Las horas pasaron y no se hicieron sentir. La noche era fresca y el fondo de nuestra conversación era un cd de la Orquesta Sinfónica de Londres en la que interpretaban la Sinfonía no. 3 en D Allegretto, de Schubert. La música era casi tan hipnótica como la sonrisa de Ricky. De más está decir que en el momento que él fue al baño, rápido busqué la caja del cd para saber qué era lo que estaba escuchando. No quería preguntar y pasar por el más idiota o ignorante, aunque él ya supiera que lo era. La conversación era amena pero siempre fue un monólogo, mi monólogo, ya que casi no lo dejé hablar. Le hablé de todos mis problemas, de lo miserable que era mi vida y al momento de escuchar lo que salía de mi boca me di cuenta de que mis problemas no eran nada importantes. No le di mucha importancia, la culpa la tiene la etapa de la adolescencia, es todo. Le pregunté el por qué me había ayudado y traído a su casa en lugar de llevarme a algún hospital, llamar a la policía o a alguna agencia pertinente y sólo me contestó:
-Si hubiese hecho algo de lo que me dices, no estaríamos platicando aquí ahora mismo y me lo lamentaría.

No dije nada, el rojo en mi rostro lo dijo todo por mí.

Y llegaron las copas: una, dos, tres, hasta perder la cuenta. Los músicos de la sinfónica aceleraban el ritmo, como amenazados por la sonrisa de Ricky. Mientras él más sonreía, más rápido tocaban los músicos y más rápido se llenaba mi copa y más amplia era su sonrisa y más cerca lo veía cada segundo y su sonrisa crecía y crecía hasta el momento que tuve que pararme del sofá para dirigirme al baño. Sus ojos demostraron sorpresa sobre su sonrisa tatuada.

Me dirigí al baño pero al llegar a la puerta vi que la del cuarto donde había pernoctado estaba abierta. Poco a poco me dirigí al interior y estaba tal y como la había dejado, las sábanas revueltas, la gaveta abierta y el suave olor que se esparcía por toda la casa. Mi vista se fijó en una mesa pequeña, color negra que encima tenía un sobre bastante grueso pillado con una cámara Polaroid. Me acerqué a la mesa y su voz me sobresaltó:
-¿Buscabas algo?- no sonaba muy amigable.
- Oh Ricky disculpa, es que me dirigía al baño pero vi el cuarto y pues, tu sabes, quería ver si había algo mío por aquí. Pero veo que no hay nada y tampoco me falta nada, así que parece que todo está en orden.
-Descuida, sólo no recuerdo si te había dicho dónde quedaba el baño, por eso vine.
- Parece que me has rescatado de nuevo – dije con la voz más fingida que pude.
- Sí, parece que siempre estoy en el momento indicado, ¿no crees?
- jejeje sí, eso mismo te iba a decir. Pero bueno, necesito ir al baño.

Y rápidamente me refugié en el baño. Me sentía mareado y un poco asombrado por el extraño y repentino comportamiento de Ricky. Pero el asombro no me duró mucho, más importante era mear. No sé si fueron las copas, puesto que no acostumbro tomar mucho, pero di la meada más larga de mi vida. Ya sé que la próxima vez que tome vino y se me afloje la vejiga, orino como las nenas. No es nada fácil sentirse un poco ebrio y concentrarse en la buena puntería, al menos no para mí. Me lavaba las manos y no pude resistirme a explorar el botiquín. Entrar a un baño y no ver dentro del botiquín es como entrar a la playa y no orinar. Quien me diga que sale del mar para orinar en un baño, en la cara le digo mentiroso. Pero ahí estaba el dichoso botiquín: blanco, reluciente, iluminado y con ganas de que yo lo examinara y así lo hice.

Un botiquín dice tanto de su dueño, es como un resume; miré de arriba abajo y no había mucho: pasta de diente, enjuagador bucal, hilo dental, líquido para lentes de contactos, una cajita de Q-tips y envases de medicamentos recetados. Medicamentos que no conocía pero con unos nombres tan raros. Los dejé donde estaban puesto que no me decían mucho. El resto del baño era sobrio, todo era blanco y sin decoración. Por un momento sentí que me encontraba en un apartamento modelo de un nuevo proyecto de viviendas y no en el hogar de un chico soltero. El departamento no me decía nada de quien lo habitaba y el baño mucho menos. En fin, el extraño seguía siendo un extraño.

Decidí salir del baño y ya no se escuchaba la música, deduje que pasé demasiado tiempo rebuscando y me sentí un poco avergonzado. Caminé hacia la sala y allí estaba él, copa de vino en mano, mirando fijamente las noticias en la tv. Me senté a su lado y él me sonrió con cierto cuidado y yo le devolví la más exagerada de mis sonrisas. Me preguntó si todo estaba bien y le dije que sí pero la realidad era que las copas estaban haciendo estrago en mi mente y cuerpo.

Me sentía lento, mareado y con un calor interno inexplicable hasta que de repente lo sentí sobre mí, sus ojos eran brillantes y fijos como de leopardo al acecho. Su respiración era bastante irregular y la sentía caliente sobre mi rostro. Acomodaba su cuerpo sobre el mío a la vez que su boca buscaba la mía hasta que la encontró. Sus labios se posaron sobre los míos y su lengua rasposa se abrió paso hasta encontrar la mía. Yo seguía inmóvil, no podía responder, no sabía cómo responder o quizás no quería responder y simplemente dejar que siguiera en lo suyo. Su boca seguía en su tarea de devorarme, me mordía la barbilla, bajaba por el cuello y volvía a mi boca; subía a mis orejas y él sentía cómo yo me estremecía. Mi mente seguía en blanco y sólo escuchaba las noticias en la tv y la respiración acelerada de Ricky sobre mí. Sus manos anchas recorrían todo mi cuerpo en cuestión de segundos, me arañaba la espalda, apretaba mis nalgas y metía su mano diestra dentro de mi pantalón agarrándome entre las piernas con fuerza. Seguía besándome y llenándome la boca con su alcoholizada y dulce saliva. Y más me estremecía cada vez que me halaba por el pelo y mordía mi cuello. No me había percatado de que mientras todo sucedía yo tenía los ojos cerrados pues al sentir todo su cuerpo desnudo sobre mí los abrí de tal manera que él lo notó, pero no le importó. Su cuerpo era trabajado, puro músculo, totalmente diferente al mío que era nada más que hueso cubierto de piel. Su boca y sus manos no dejaban de pasearse por todo mi cuerpo y su pene enorme, al menos era más grande que el mío, se pegaba a mi cuerpo como si tuviera vida propia. Yo seguía inmóvil, escuchando la tv, mientras él me desnudaba con toda su calma, respiraba y sonreía. Maldita sonrisa. Su boca bajo por mi pecho, mordía mis tetillas y mis costados provocando que mi espalda se arqueara por las cosquillas; pasaba la lengua por mi barriga y por todos lados me mordía. Llegó a mi ombligo y yo seguía estremeciéndome, pasaba la lengua de un lado a otro y seguía haciéndolo hasta que ya se acercaba a su meta y mi respiración se tornaba incontrolable. Por un momento dejé de ser el dueño de mi cuerpo. De repente a mis oídos llegó la noticia desde la tv:
“Fémina es hallada asesinada dentro de vehículo en los alrededores de una playa del área metropolitana. La joven, que aparenta tener no menos de 20 años, fue brutalmente golpeada en varias ocasiones con un objeto pesado y luego estrangulada. Aunque hay pruebas de que la víctima había mantenido relaciones sexuales antes de ser atacada, se descarta que haya sido víctima de violación. A medida que avance la investigación, le estaremos informando.”

No podía creer lo que había escuchado y menos pude creer las palabras de Ricky:
—Ya le había advertido que tú serías mío, putas así no merecen vivir…

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