domingo, 16 de diciembre de 2012

Dulces Sueños

Las luces de la casa se apagaron y el silencio se volvió aterrador. La puerta del cuarto más grande se cerraba lentamente y se escuchó ese “click” sigiloso de medianoche. Las ventanas estaban abiertas y una tenue luz de luna se colaba entre las cortinas que iban y venían danzando con el frío viento. En la cama, me cubría con la sábana mientras me hacía pequeño cada vez más y más. Las paredes oscuras se hacían más altas como para poder ver el baile que se producía. La mente es traicionera, la mente es poderosa. Un hilo de sangre se dejaba ver a la luz de luna mientras bajaba por la pared. Un par de ojos esperaban pacientes desde entre las ropas, un par de ojos enormes y tan fijos como la misma luna. No se movían y no tenían expresión, simplemente miraban atentos como fiera que mira a su presa mientras espera el momento indicado para atacar. La mente es traicionera. Y en la cama me hacía más pequeño, me arrugaba, temblaba, el corazón se aceleraba y la respiración se entrecortaba. Me cubría con la sábana. Me cubría para que los largos dedos con uñas afiladas que aparecían desde la ventana no llegaran a mí. La respiración no se controlaba y los insectos llegaban a la cama. Sentía las diminutas, afiladas y desagradables patas caminando por mis piernas. Me sacudía, sacudía las piernas y aprovechando la tenue luz miraba la cama y no había insectos. Pero aun sentía las diminutas patas sobre mi piel. La mente es poderosa.Y las largas garras en la ventana se hacían más grandes, los ojos se tornaban furiosos y la sangre no dejaba de manar por las paredes. Pequeños y rápidos pasos se escuchaban debajo de la cama, de un lado a otro. Me aferraba a mi almohada, comenzaba un Padre Nuestro que nunca terminaba y las lágrimas aflojaban. Dientes. Debajo de los ojos había dientes y se los enmarcaba una sonrisa siniestra. Una sonrisa que se veía aun con los ojos cerrados. Algo no me dejaba respirar, algo que no podía ver pero si podía palpar. Se aferraba a mi cuerpo como un manto pesado que me presionaba contra la cama y se llevaba mi vida. De repente el “click”, la puerta que se abre y una mujer hermosa que se acerca a la cama. Me acomoda bien, me besa en la frente seguido de un “Dios te bendiga” y de nuevo el “click”. El cuarto se siente sereno y sólo la luz de la luna…